Cuando
hace poco el Comité Asesor de Lineamientos Dietéticos de Estados Unidos
(DGAC, por sus siglas en inglés) desistió de su recomendación de
restringir el consumo de alimentos altos en colesterol (como los huevos)
o de reducir el consumo de grasas saturadas -para lo que aconsejaba
comer alimentos como carne roja- desandó un camino andado por años.
Y
contradijo lo que en su momento se tomó por evidencia científica buena.
Tanto, que se convirtió en creencia arraigada para los consumidores y
en la base de toda una industria de alimentos bajos en grasa y
colesterol.
Así que los negocios afectados negativamente pusieron el grito en el cielo.
"Pese
a los datos que vinculan la carne roja y procesada al cáncer de colon,
también hay evidencia que sostiene lo contrario", declaró la
vicepresidenta de asuntos científicos del North American Meat Institute
(Instituto de Carne de Norteamérica) Betsy Booren, a medios locales.
¿Se equivocaron los científicos antes? ¿Qué garantiza que esta vez estén en lo cierto? ¿Cuál consejo seguir?
¿Por qué parece que no pueden ponerse de acuerdo? Experimentar con la alimentación humana
"Estamos
ante una continua investigación", explica a BBC Mundo Giuseppe
Russolillo, director de la Conferencia Mundial de Dietistas y presidente
de la Fundación Española de Dietistas-Nutricionistas (FEDN).
En
otras palabras, y como señala Duane Mellor, profesor de dietética de la
Universidad de Nottingham, en el norte de Inglaterra, conforme se
acumula el conocimiento la ciencia se refina, "y algunas cosas que
creíamos eran definitivas dejan de serlo".
Comunicar los cambios
"Pero
los científicos y nutricionistas tenemos que trabajar en cómo
comunicamos el cambio, para que no sea confuso. Y no somos muy buenos en
eso".
Sin embargo, los especialistas coinciden en que no
todos los trabajos que se publican tienen base ni que por sí solos
proveen evidencia firme. Y parte del problema está en lo difícil que
resulta hacer pruebas científicas aleatorias y controladas cuando se
trata de alimentación humana.
"Si le quitas la grasa (a una
persona en una prueba), necesitas sustituirla con algo.
Desafortunadamente, las pruebas controladas aleatorias son complicadas.
Son parte de un rompecabezas que tenemos que armar", señala Mellor.
"Da
la impresión de que sí, y esto se debe a que los medios reproducen
ciertos estudios que emergen con evidencia contradictoria, que pueden no
ser lo suficientemente robustos", le escribe a BBC Mundo vía correo
electrónico.
a pregunta es por qué hay tantos de ellos. Y la
respuesta nos devuelve a la batalla que se espera se produzca en EE.UU.
entre la industria de la carne y las autoridades encargadas de formular
las políticas públicas: hay una delgada línea entre la ciencia y las
empresas de alimentos.
"Yo denuncio que no es verdad que los
nutricionista estamos cambiando los consejos, sino que nos enfrentamos a
lo que llamamos la prostitución profesional: sociedades médicas que no
trabajan en base a la evidencia científica y que con conflicto de
intereses se ponen a dar recomendaciones a la población", dice
Russolillo.
"No hay una forma fácil de resolver este
problema", sugiere Duane Mellor. "Los científicos tienen que trabajar
con la industria de los alimentos porque ellos proveen los materiales
para hacer los experimentos. Pero la relación debe ser transparente,
debe estar explicada".
¿A quién escuchar?
Así que, ¿podemos comer huevos o no podemos? ¿Cuántos vasos de vino nos podemos tomar? ¿A quién escuchamos?
He aquí una guía en tres pasos, a partir de lo que nos dijeron los expertos:
No
guiarse por los titulares de los periódicos. "Si un titular de repente
dice que cierto alimento, por ejemplo grasa saturada, es bueno para la
salud, no hagas un esfuerzo consciente por incorporarlo a tu dieta. La
probabilidad es que el estudio tenga limitaciones y que la recomendación
no sea tan clara", dice Anna Daniles.
Recurrir a los expertos.
"Hay que intentar recurrir a la fuente de información de los
profesionales de la nutrición -que los hay muchos-, a las
organizaciones, a los colegios. Aunque a veces sea difícil dar una
respuesta, porque no hay estudios de calidad", señala Giusseppe
Russolillo.
Apuntar a un balance. "En vez de enfocarnos en
alimentos, hay que fijarse en los patrones de dieta. Las comidas deben
estar basadas en vegetales, cantidades modestas de carnes, algo de pan y
cereales", aconseja Mellor.
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