martes, 26 de mayo de 2015

Enfermero satánico sembró la muerte en un hospital

1 enfermero

El enfermero británico que dijo tener «un demonio» dentro de él ha sido encontrado culpable por asesinar a dos de sus pacientes y envenenar a otros 20 durante lo que la policía ha llamado el reinado del terror en un hospital del norte de Inglaterra.
Victorino Chua, de 49 años y padre de dos hijos, envenenaba productos sanitarios que más tarde administraba a los pacientes en las salas de cuidados intensivos donde trabajaba, en el hospital Stepping Hill, en Stockport, Gran Manchester, en Julio de 2011.
Alterando las bolsas de solución salina y de insulina causó a algunos pacientes hipoglucemia, es decir, una bajada peligrosa de los niveles de azúcar, matando a dos personas y dejando a una tercera con graves lesiones cerebrales. El enfermero también alteró los historiales clínicos de los pacientes para incrementar las dosis de su medicación y para borrar su rastro.
INVESTIGACIÓN
Victorino Chua fue detenido en 2012 tras una compleja investigación policial que llevó a los agentes hasta Filipinas, su lugar de nacimiento, donde le sorprendieron abandonando un hospital tras haberle pillado robando. Gracias al estudio de las plantillas y los horarios del personal, los investigadores concluyeron que Chua, que es ciudadano británico, era la única persona que podía ser el responsable de los crímenes.
Tras su arresto la policía encontró una carta manuscrita en su casa en la que escribió: «Soy una buena persona, pero hay un demonio en mí… Soy un demonio y al mismo tiempo un ángel». La amarga confesión de un enfermero.
La policía dijo que Chua presentaba tendencias psicopáticas. «Oculto a plena vista, y aprovechándose de sus colegas de profesión que confiaban en él, para llevar a cabo su siniestro plan, Victorino Chua envenenó y asesinó deliberadamente a quienes estaban a su cuidado en su momento más vulnerable y quienes más necesitaban ayuda.
Chua está en prision por 33 cargos que incluyen asesinato, administrar veneno y causar lesiones graves. Será sentenciado por un tribunal que ha indicado que el enfermero decidió canalizar sus frustraciones con los pacientes “por razones que verdaderamente solo él conoce”.
Texto Original

Testimonio del que fuera el niño favorito de Hitler


Gerhard Bartels tenía la fisionomía perfecta del niño ario. Su tez blanca, ojos azules claros, y sus cachetes sonrojados representaban el ideal de hombre perfecto según Adolf Hitler, por lo que el dictador no dudó en usarlo para hacer propaganda nazi justo antes que empezara la Segunda Guerra Mundial.
En los años antes del conflicto bélico, el rostro de Bartels apareció en postales, libros y material de campaña que ensalzaba al régimen nazi. Cuando fue fotografiado con el dictador, Bartels tenía solo cuatro añitos.
ROMPE SU SILENCIO
Ahora, ocho décadas después, y cuando se celebran 70 años del fin de la II Guerra Mundial,el hombre rompe su silencio y habla sobre cómo fue su encuentro con el «Führer».
Según rescata el «Daily Mail», Bartels ha recordado que a sus cuatro años sus padres le ordenaron que buscara su mejor ropa porque «iba a conocer al Fuhrer».
«No me permitían jugar ese día con los otros niños para que no ensuciara mis ropas. No me gustaba nada de aquello, porque yo solo quería salir a jugar».
Bartels fue seleccionado, porque su tío, Isidor Weiss, era amigo de Hitler. Su rostro se usó para una campaña nazi que buscaba la adopción de niños arios. Weiss entabló amistad con Hitler durante la Primera Guerra Mundial.
Los padres de Bartels eran dueños del hotel Alpenhof, ubicado al lado del Hotel bávaro Weiss, del que Hitler era un visitante regular.
«Hitler era un gánster. Los nazis me usaron con fines de propaganda. Se me usó para mostrar el amor de Hitler por los niños. Pero todos los dictadores hicieron lo mismo, desde Mussolini a Stalin. Yo fui elegido porque obviamente encajaba con lo que Hitler pensaba que era un buen hijo ario», dijo quien sigue trabajando en el hotel alpino.
LO SABÍA
Bartels ha señalado que cuando conoció a Hitler no cumplió con las instrucciones de saludar con las palabras habituales «Heil Mein Führer».
«Incluso a una edad tan temprana, en el fondo yo sabía que me estaban manipulando», expresó.
Heinrich Hoffmann, el fotógrafo personal de Hitler fue el encargado de hacer las instantáneas del pequeño, que recuerda de forma especial la fotografía que le hicieran en 1936.
«Yo estaba feliz de ser fotografiado porque pensé que iba a tener una gran rebanada de pastel de manzana», confesó. Otras personas datan la fotografía en 1937.
«Pero su fotógrafo se llevó todas las fotos y 80 años después sigo esperando ese trozo de tarta. Como muchas otras promesas de Hitler, lo que decía en el momento sonaba bien pero no era lo que él quería hacer», señaló.
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