El indignante suceso, del que se hizo eco la prensa mundial
hace unos días, tiene por protagonista a una desventurada niña de 13 años que
vive en la aldea Jawalwadi, en el Estado indio de Maharashtra.
Tras ser violada por el borracho de su padre en enero de
2016, -un lerdo campesino llamado Sachin Tukaram Bhise-, fue castigada a
recibir cinco latigazos en público tras un consejo tribal que consideró
indecente su comportamiento.
Los mayores de la comunidad justificaron la acción del padre
por su estado, y destacaron el agravante por parte de la menor de haber mentido
por no haber confesado la agresión desde el primer momento.
Fue así atada con cuerdas y azotada con la rama de un árbol
en una escena grabada en un vídeo.
La víctima fue atacada cuando se encontraba dormida, cuando
el padre regresó a casa borracho de una boda. La violó mientras su otra hija
dormía en la misma habitación.
DICE QUE SE LO MERECE
Entrevistada, en una comunidad donde incluso su familia cree
que hizo algo malo, la niña ha asegurado merecer los latigazos.
"Mi error fue
no decírselo a nadie en casa. Dije simplemente que mi padre me había cogido de
la mano".
Los organizadores del castigo han sido denunciados por la
policía desde que lo ordenaron el pasado mes de marzo, aunque están en libertad
y siguen justificando su acción.
"Si algo así hubiera pasado a mi hija, la habríamos
casado con el violador", decía Dilip Jadhav, uno de los miembros del
consejo que ordenó azotar a la niña, recordando una de las formas en las que se
resuelven las violaciones en la India rural.
"No se
[denuncia] a la policía. Si se lleva a las niñas a la comisaría, todo el mundo
descubre qué ha pasado y se convierten en un problema mayor. Es mejor
casarlas".
A pesar de haber sido declarado ilegales por el Tribunal
Supremo, los consejos locales que dictaminan las normas morales, aplican
castigos y resuelven disputas entre vecinos siguen operando en gran parte de la
India rural.
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