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Kim Phuc ante la foto que conmovió al mundo hace 4 décadas |
El 8 de
junio de 1972, un avión norteamericano bombardeó con napalm la población de Trang Bang. Allí se
encontraba Kim Phuc con su familia. Con su ropa en llamas, la niña de nueve
años corrió fuera de la población. En ese momento, cuando sus ropas ya habían
sido consumidas, el fotógrafo Nic Ut registró la famosa imagen. Luego, Nic
Ut llevaría a la niña al hospital, donde
permaneció 14 meses, sometida a 17
operaciones de injertos de piel. Cualquiera que vea esa fotografía puede ver la
profundidad del sufrimiento, la desesperanza, el dolor humano de la guerra,
especialmente para los niños.
Hoy Pham
Thi Kim Phuc, la niña de la fotografía está casada y con 2 hijos y reside en
Canadá. Preside la ‘Fundación Kim Phuc’, dedicada a ayudar a los niños víctimas
de la guerra y es embajadora para la
UNESCO.
A pesar del
tiempo transcurrido, aún sufre fuertes dolores en todo el cuerpo La fotografía
de una niña corriendo despavorida por una carretera, desnuda y abrasada por el
napalm fue la imagen de la guerra de Vietnam. Y la que mejor ha reflejado el
impacto de los conflictos en la infancia. Han pasado 40 años y Kim Phuc, la
famosa niña de la foto, ha vuelto a recordar ese horror, durante un acto de
apoyo a la campaña ‘Reescribamos el futuro’ de Save the Children.
“El 8 de
junio de 1972, todos estábamos escondidos en el templo. Los soldados escucharon
a los aviones sobrevolando el lugar y gritaron, ¡corran, corran! Corrí con mis
hermanos y mis primos, y cuando me quise dar cuenta había perdido mi ropa, y mi
piel empezaba arder. El dolor era tan terrible que perdí la consciencia”, ha
relatado en un perfecto español la actual directora de una Fundación que lleva
su nombre, que entonces tenía nueve años.
Kim sufrió
quemaduras en el 65% de su cuerpo, pero Nick Ut, el fotógrafo vietnamita autor
de la foto que dio la vuelta al mundo y ganó el Pulitzer en 1973, la recogió,
la llevó a hospital y le salvó la vida. Permaneció hospitalizada 14 meses y ha
sufrido 17 operaciones, pero sobrevivió.
“Me desmayaba del dolor”
“Yo no
sabía lo que era el dolor. Me había caído de la bicicleta alguna vez, pero el
napalm es lo peor que puedan imaginar. Es quemarte con gasolina por debajo de
la piel. Me desmayaba cada vez que las enfermeras me metían en la tina y
cortaban la piel muerta. Pero no morí. Dentro de mí había una niña pequeña y
fuerte, que quería vivir”, ha señalado.
Si no fuera
por las cicatrices que deforman su cuerpo, al verla hoy con su sonrisa
permanente y su buen humor, nadie imaginaría su drama personal.
Pero la
recuperación no fue fácil. “Tuve lástima de mí misma. Quería ponerme camisetas
de manga corta y no podía. Miraba mis brazos y me preguntaba ¿por qué a mí?
Llegué a pensar que no tendría novio, ni me casaría, ni tendría un bebé”,
afirma Kim, quien asegura que logró superarlo “gracias al amor de mi familia y
de Dios”.
Una vez
recuperada, su primer deseo fue volver a la escuela. Soñaba con ser doctora.
Sin embargo, el Gobierno decidió convertirla en un icono propagandístico y tuvo
que interrumpir sus estudios. “Los soldados venían a buscarme a clase para
hacer entrevistas con periodistas extranjeros”, explica.
Habla español
Pero su
deseo de aprender logró imponerse y obtuvo el permiso para seguir estudiando en
la Universidad
de La Habana,
donde aprendió el español. Allí conoció a otro estudiante vietnamita, Bui Huy
Toan, con el que se casó y se fue de luna de miel a Moscú. En su vuelo de
regreso a la isla, la pareja desertó cuando su avión aterrizó en Canadá, donde
actualmente residen con sus dos hijos, Tomás y Steven.
Embajadora
de la paz
Una de las
lecciones que ha aprendido con esta experiencia es a pedir perdón. Sólo al
hablar de ello pierde la sonrisa. “Cuando leí la primer vez las palabras de
Jesús ‘amar a tus enemigos’, no sabía como hacerlo. Soy humana, tengo mucho
dolor, muchas cicatrices y he sido víctima mucho tiempo. Creí que sería
imposible. Tuve que rezar mucho y no fue fácil, pero al final lo logré”, afirma
emocionada.
En 1996, la Fundación para la Memoria de los Veteranos
de Vietnam la invitó a Washington y allí conoció a uno de los pilotos que
participaron en el bombardeo de Trang
Bang, su aldea. Kim Phuc le perdonó públicamente entre
sollozos, convirtiéndose en el símbolo mundial de la reconciliación. “El perdón
es más poderoso que cualquier arma del mundo”, ha dicho.
“Mi vida es símbolo de amor”
Un año
después fue nombrada Embajadora de Buena Voluntad por la UNESCO. En 1997 creó la Fundación Kim Phuc,
que se dedica a ayudar a los niños víctimas de la guerra y la violencia en
países como Timor, Rumanía o Afganistán, y a defender la educación como la
mejor herramienta de futuro.
Según Save
the Children hay 39 millones de niños afectados por conflictos armados que no
reciben educación, a pesar de que una formación adecuada podría protegerles de
males derivados de ella como las minas antipersona o los reclutamientos. La
campaña de la ONG
pretnde proporcionar educación a 8 millones de niños antes de 2010.
La
fotografía de Nick Ut ha controlado la vida de esta mujer, frágil como una flor
de loto por fuera, pero con una voluntad interior de hierro. Cansada de
intentar escapar, Kim decidió trabajar con esta imagen. “Mi foto es un símbolo
de la guerra, pero mi vida es un símbolo de amor, esperanza y perdón”.
A pesar del
tiempo transcurrido, Kim Phuc sufre fuertes dolores de cabeza y corporales. “Me
dan masajes y cremas y rezo mucho. Algunas veces me pongo a caminar y canto,
para distraer mi mente”, ha relatado esta heroína, que no ha dudado en entonar
una melodía vietnamita, ante una audiencia estremecida por sus palabras.