jueves, 28 de febrero de 2013

Berlusconi y la protesta de jóvenes semidesnudas.



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 Cuando el ex primer ministro italiano Silvio Berlusconi fue  a depositar su voto para los comicios legislativos en un colegio electoral de Milán,  fue airadamente recibido por tres jóvenes semidesnudas.

Ellas son integrantes del colectivo feminista Femen. Además de enseñar sus pechos, donde llevaban escrito con enormes letras "¡Basta Berlusconi!",  lanzaron gritos contra el controvertido político.

Después de un enfrentamiento, las jóvenes fueron apartadas del lugar por  la Policía.

Los comicios revelaron que la agrupación del magnate Berlusconi ocupa el tercer lugar entre las fuerzas políticas italianas. También que necesariamente los dos primeros partidos tienen que unirse para formar  gobierno sin una aplastante mayoría, lo que podría ocasionar nuevos  comicios, y , con ello, alargar la inestabilidad en Italia y una seria preocupación en Europa, cuyas bolsa de valores sufrieron una significativa caída en sus cotizaciones.


martes, 26 de febrero de 2013

Luis Choy y la historia de su mejor foto





El asesinato de Luis Choy,  fotógrafo de El Comercio, ha estremecido al país y provocado una demanda general para que el Gobierno adopte medidas más efectivas para enfrentar a la delincuencia.

En el 2007, Luis Choy captó una imagen tras el terremoto de Pisco que tuvo difusión internacional.  Meses después, buscó y encontró a sus personajes

Milagros Leiva, la destacada periodista y ahora exitosa entrevistadora televisiva, escribió el 2008 esta crónica de esa búsqueda:

La muchacha que tiene la mano sangrante y el rostro inerte se llama Olivia Saavedra, tiene 22 años y estudia Literatura en Ica. Le entusiasma leer a José María Arguedas y quiere hablar inglés. Sabe cocinar. El muchacho que tiene en sus brazos a Olivia y que la mira con intensa piedad se llama Dante Anchante, tiene 25 años y no estudió en la universidad. Es mototaxista y por cada carrera cobra un sol. Antes fue obrero. Los dos viven en la Villa Túpac Amaru, a diez minutos del centro de Pisco, en el distrito de San Clemente. Tienen una hija. Se llama Allison y en marzo cumple 3 años. Dicen que pronto se casarán, que solo están juntando dinero.

El 16 de agosto del 2007, los periodistas Ricardo León y Luis Choy llegan al centro de Pisco, al hospital San Juan de Dios. Caminan entre los escombros y los lamentos: ven cuerpos regados, muertos, heridos. Ven familiares impotentes. Han pasado doce horas del terremoto y Luis Choy está turbado con el dolor. Casi mareado. Dispara porque sabe que sus imágenes serán el mejor apoyo para los sobrevivientes. Sujeta su cámara. Respira. Camina por los pasadizos, entre los vivos y los muertos. En uno de los salones divisa una pareja tendida sobre un colchón, bendecida por la luz del amanecer, por la luz de la vida. Dispara. Cada foto es una lágrima.

La muchacha que hoy tiene una cicatriz en la mano y el rostro surcado por la melancolía recuerda cada detalle del 15 de agosto. Se despide de su esposo en el paradero de Cinco Esquinas. Le dice que se ven después del inglés. Olivia camina hacia su Instituto Peruano Canadiense, en la calle San Juan de Dios, a media cuadra de la plaza de armas, frente al hospital. Llega a las seis y media, la hora fijada para el inicio de clases. Diez minutos antes del sismo. La furia la alcanza en su salón. Corre al pasadizo mientras el piso se sacude, pero una pared no la deja continuar. Olivia recuerda la cortina de polvo, los gritos, el dolor en la pierna. Solo quiere respirar.

¿Quiénes eran?

Luis Choy busca la mirada de su compañero, de su amigo Ricardo León que ahora es el encargado de escribir la historia. Lo mira en silencio, como pidiendo apoyo, y vuelve a disparar. Ninguno de los dos apunta el nombre de la mujer. El fotógrafo solo la recuerda casi desvanecida, junto a un hombre que la protege. Lo narra en la camioneta que nos lleva a Pisco en otra misión periodística. Ya no vamos al encuentro de la muerte, ahora queremos conocer a los sobrevivientes. ¿Quiénes son? ¿Esposos? ¿Madre e hijo? ¿Vecinos? ¿Hermanos? ¿Amigos? ¿Quién eres muchacha débil? ¿Cómo te llamas, tú que miras con tanto amor? ¿Dónde están?

El muchacho que hasta hoy podría seguir teniendo en sus brazos a Olivia recuerda sus caminos del 15 de agosto. Se despide de su esposa en el paradero y se va con su pequeña Allison al taller de autos para ver si está lista la combi de su suegro policía. Cuando comienza el terremoto, Dante corre cargando a su hija hasta la villa, quiere dejarla sana y salva con su suegra. Luego busca a Olivia. Todavía recuerda las tres horas que deambula rastreando a su mujer. Se ve corriendo por la carretera, con el estómago hecho puño. Llega a la plaza y ve el espanto, escucha los gritos de la muerte y corre con el corazón hacia el instituto. Es una cuadra, pero el camino se torna infinito. Todo está destruido. Olivia no está. Cruza al hospital, corre al Seguro Social. Olivia no está. Vuelve al hospital, voltea los cuerpos de las mujeres muertas. Llora y reza que ninguna sea su mujer. Dante corre de un lado a otro. Olivia no está. Llora y silba. Silba mucho porque así le pasaba la voz cuando la conoció.

No existe huella alguna para encontrarlos, salvo el hospital que los alojó. No hay nombres ni edad, salvo la herida de la mujer. Actuamos como detectives, ponemos nombre a la comisión: Misión La Piedad. Objetivo: encontrar a la pareja. Es una aguja en un pajar, dice Ricardo Reátegui, videorreportero de la web. Será difícil, pero sí la hacemos, agrega Joaquín Ortiz, redactor también de la web. Hay que tener fe, sentencia Gonzalo Gutarra, incansable chofer del diario. Luis Choy confía: Quiere conocer a la pareja que tanto lo socavó. Yo le rezo a mis hadas: Quiero saber si ese amor que registra la foto los salvó.

El rescate de la muchacha

La muchacha de la mano triste recuerda cómo la rescatan tres amigos de una compañera que también queda atrapada. Le sacan los escombros de encima y la dejan sola, en la oscuridad. Olivia no puede caminar. Su pierna está dormida. La tierra vuelve a temblar y ella teme que le caiga otra pared. Hunde su pie en el dolor y camina. Sola. No quiere morir. Piensa en Allison y presiente que su hija está bien. Piensa en Dante, en su mamá, en su papá, en sus tres hermanos. Y llora. Se siente sola. Escucha gritos, la muerte camina y Olivia se asusta. Se siente sola. En el hospital una enfermera le dice que no pueden atenderla, que hay personas más graves y asiente en silencio. Su mano sigue abierta y sangra, pero no dice nada porque ve moribundos. Llora su dolor en silencio. No reclama. Demasiada tragedia para pensar en su mano. Olivia no lo sabe, pero su piedad la llevará a la salvación. El suegro de su hermana Zenaida la encuentra en el patio, debilitada. La lleva a la casa de su madre. De allí en adelante la historia de su recuperación solo tendrá que ver con el afecto. Con el amor de su madre que ingresa a su casa para sacar un colchón y una frazada sin importar que le digan que puede derrumbarse.

Con el amor de su padre policía que pide permiso para dejar su puesto porque hay que cerrar la herida. Con el amor de Dante que llega a la casa mojado en lágrimas para enterarse de que Olivia ya apareció y que hay que correr para no separarse más. Olivia no lo sabe, pero luego escuchará las palabras de Dante mientras le cosen la mano en la penumbra de la posta de San Clemente. En la madrugada la llevarán a Ica porque el dolor en su cuerpo no cesa, pero tampoco la atenderán. Y a las seis de la mañana del viernes 16 su padre volverá a cargar su cuerpo para regresar a Pisco y Olivia cogerá otra vez el brazo de su hombre para poder respirar. Olivia no lo sabe, pero en unas horas solo escuchará la voz de Dante que le dice: Tú eres fuerte, Olivia. Tú eres fuerte. Y a las siete de la mañana, doce horas después del horror, Dante verá que un fotógrafo les toma fotos y ni fuerzas tendrá para pedirle ayuda. Y a esa hora Olivia tendrá siete de hemoglobina y mucha sangre perdida, pero en un rato más la llevarán a Lima, en un avión, para diagnosticarle fisura en la costilla y policontusiones, para sacarle piel de una pierna y coserla en su mano izquierda. Olivia no se entera, pero la gente le tendrá piedad.

A los dos días de buscarla, el equipo celebra sus apuestas. La fe, el instinto y la obsesión mueven a los periodistas. Ahora solo queda que Olivia y Dante cuenten su historia.


sábado, 23 de febrero de 2013

La pareja de los cambios mágicos de vestuario





David y Diana son una pareja que asombra por su vertiginoso, sorprendente acto de magia. Con rapidez extraordinaria cambian de vestimenta dando un espectáculo que logra impresionar a sus audiencias. Se han presentado en diferentes escenarios del mundo con notable éxito.

Ellos participaron en el famoso concurso de la televisión norteamericana American Got Talent ( América tiene talento),  como invitados especiales. Sin embargo, dicha participación fue duramente criticada por uno de los tres miembros del jurado, en clara oposición al entusiasmo de los otros dos, por lo que David y Diana no pasaron a las etapas decisivas.

El público asistente pifió y censuró la posición del miembro criticón.

viernes, 22 de febrero de 2013

No hay asteroides que amenacen a la Humanidad en los próximos siglos.





El responsable de la NASA para la detección de asteroides acaba de asegurar en Viena que no existe ningún cuerpo celeste que suponga una potencial amenaza letal para la humanidad a cientos de años vista.

"No hay ningún objeto de más tamaño de un kilómetro que pueda impactar en la Tierra en los próximos cientos de años", dijo este miércoles en una rueda de prensa Lindsey Johnson, director del proyecto sobre objetos cercanos a la tierra de la NASA.

El experto explicó que una colisión con un asteroide de al menos un kilómetro de diámetro se produce una vez cada millón de años, pero que, de producirse, tendría consecuencias absolutamente catastróficas para la humanidad.

    "Si un objeto de un kilómetro impactase la tierra, tendría consecuencias globales, como levantar una capa de polvo que bloquearía la llegada de la luz solar por días o meses".

La NASA ya ha descubierto y catalogado alrededor del 95 por ciento de los asteroides de al menos un kilómetro de diámetro que se encuentran en la órbita de la Tierra y potencialmente capaces de causar una catástrofe planetaria, aseguró.

Johnson destacó que se están haciendo esfuerzos para mejorar la tecnología de detección de objetos espaciales más pequeños, de cientos de metros o menores.

El meteorito de 17 metros de diámetro que cayó sobre Rusia y que causó unos mil heridos no se vio con anticipación porque apareció por la cara diurna de la Tierra, según el experto de la NASA.

Para el mexicano Sergio Camacho, director del Equipo de Acción de la ONU sobre objetos cercanos a la Tierra, en casos como el del meteorito de la semana pasada se podrían haber evitado numerosos heridos con sencillos consejos.

Johnson coincidió con el mexicano y subrayó que hay que avanzar en ciertos conocimientos básicos sobre este tipo de sucesos.

    "Al igual que la gente sabe que cuando la marea retrocede (antes de un tsunami) no es un buen momento para darse un baño, se debe de saber que si ves un destello brillante en el cielo, es mejor no acercarse a la ventana porque si revienta el cristal te puede herir".

Un grupo de trabajo de Naciones Unidas, bajo la dirección de Camacho, ha propuesto por primera vez en esa reunión un plan de coordinación internacional para detectar asteroides potencialmente peligrosos y, en caso de riesgo para la Tierra, preparar una misión espacial con capacidad para desviar su trayectoria.
Detlef Koschny, responsable del programa de objetos cercanos a la Tierra en la Agencia Espacial Europea (ESA), calcula que una misión espacial para tratar de alterar el rumbo de colisión de un asteroide con la tierra podría costar casi 500 millones de dólares.
(Publicado por Periodista Digital)





jueves, 21 de febrero de 2013

La teoría de las "ventanas rotas"





En 1969, en la Universidad de Stanford, (USA), el Prof. Phillip Zimbardo realizó un experimento de psicología social. Dejó dos autos abandonados en la calle, dos autos idénticos, la misma marca, modelo y color.

Uno lo dejó en el Bronx, por entonces una zona pobre y conflictiva de Nueva York, y el otro en Palo Alto, una zona rica y tranquila de California. Dos autos idénticos, abandonados, dos barrios con poblaciones muy diferentes, y un equipo de especialistas en psicología social estudiando las conductas de la gente en cada lugar.

El auto del Bronx comenzó a ser vandalizado en pocas horas, ya sea robándose lo utilizable o destruyendo el resto. El de Palo Alto se mantuvo intacto.

Es común atribuir a la pobreza las causas del delito, postura en la que coinciden las posiciones ideológicas más conservadoras (de derecha y de izquierda).

Pero el experimento no finalizó allí. A la semana, cuando el auto del Bronx estaba deshecho y el de Palo Alto impecable, los investigadores rompieron el vidrio de este último. Como resultado, se desató el mismo proceso que en el Bronx: robo, violencia y vandalismo. ¿Por qué un vidrio roto en el auto del barrio supuestamente "seguro" desata un proceso delictivo?

Es que no se trata de pobreza. Es evidentemente algo que tiene que ver con la psicología humana y con las relaciones sociales. Acá viene lo interesante: un vidrio roto en un auto abandonado transmite una idea de deterioro, desinterés, despreocupación, que va rompiendo códigos de convivencia. Es como una sensación de ausencia de ley, de normas, de reglas, algo así como que "vale todo". Cada nuevo ataque que sufre el auto reafirma y multiplica esa idea, hasta que la escalada se vuelve incontenible, desembocando en una violencia irracional.

En experimentos posteriores, (James Q. Wilson y George Kelling), desarrollaron la "teoría de las ventanas rotas, la misma que desde un punto de vista criminológico, concluye que el delito es mayor en las zonas donde el descuido, la suciedad, el desorden y el maltrato son mayores.

Si se rompe el vidrio de una ventana de un edificio y nadie lo repara, pronto estarán rotos todos los demás.

Si una comunidad exhibe signos de deterioro y esto parece no importar a nadie, entonces allí se generará el delito.

Si se cometen pequeñas faltas (estacionar en lugar prohibido, exceso de velocidad o no respetar luz roja), y las mismas no son sancionadas, entonces comenzarán faltas mayores y luego delitos cada vez más graves.

Si permitimos actitudes violentas como algo normal en el desarrollo de los niños, el patrón de desarrollo será de mayor violencia cuando estas personas sean adultas.

Si los parques y otros espacios públicos deteriorados son progresivamente abandonados por la mayoría de la gente (que deja de salir de sus casas por temor a los asaltos), serán los delincuentes quienes ocuparán esos espacios.

La teoría de las ventanas rotas fue aplicada por primera vez a mediados de la década del 80 en el Metro de Nueva York, en aquellos años el lugar más inseguro de la ciudad. Se comenzó de lo pequeño a lo más grande: grafitis, suciedad, ebriedad, evasiones del pago de pasajes, pequeños robos y desórdenes. Los resultados fueron evidentes, lográndose hacer del subte un lugar seguro.