Con este
título, el notable maestro universitario y periodista Juan Gargurevich ha criticado
una vez más el periodismo amarillo y sensacionalista de ciertos medios locales.
El autor de este blog comparte los conceptos y, por eso, reproduce la entrega
del Tiojuan:
¿Qué tienen
común Rosario Ponce, Eva Bracamonte, Elita Espino? Todos lo sabemos: son las
mujeres más mediáticas de los últimos años, es decir, son las que han acaparado
más portadas y notas de diarios de bajo precio.
Y todavía
más: sus historias, ciertamente dramáticas, han superado el rating de cualquier
telenovela pues los lectores que siguen sus tristezas son ya muchos más que los
telespectadores.
Agrego una
tercera: las tres han sido víctimas del peor periodismo amarillo de la comarca
y en particular la primera, la pareja del infortunado Ciro Castillo.
Eva
Bracamonte y Elita Espino
El
periodismo sensacionalista se nutre de las noticias policiales pero en
particular de aquellas que llamamos “de seguimiento” y que los gringos nombran
de “follow up”. Son aquellas que reúnen elementos noticiosos que despiertan
atención en el público por los personajes involucrados y que los periodistas
nutren, alimentan, para fomentar el interés, atraer lectores.
Hay
“seguimientos” históricos, como la muerte de Marita Alpaca, por ejemplo, que se
inició cuando el Hotel Sheraton avisó del hallazgo del cadáver de una mujer,
“quizá una empleada de limpieza”, al lado de la piscina. Fueron cuatro años
largos de notas cotidianas que culminaron con la sentencia de Leandro Proaño,
el hombre que la arrojó por la ventana.
El caso de
Elita acusada de instigar el asesinato de su madre ha culminado con una
sentencia de 30 años.
Eva Bracamonte ha recibido una condena igual.
Y mucho
tememos que la fiscal de Arequipa decida abrir proceso penal contra Rosario
Ponce, con lo cual se iniciaría una segunda etapa del drama.
Rosario
Ponce
El
periodismo amarillo acecha, buscando personajes dignos de convertirse en
actores o mejor, actrices, de historias que deben hacerlas durar no menos de un
año. Ha aprendido ese mal periodismo a tocar puntos sensibles que harán
“vibrar”, como sexo, dinero de por medio, homofobia, machismo, racismo… Cuando
es posible juntar esos elementos el éxito estará asegurado.
Las
universidades no enseñan ese periodismo. Lo imponen editores no periodistas que
no aceptan que el periodismo es un invalorable bien social que transmite
cultura, experiencias que imitar y que debe ser un arma poderosa de promoción
de valores.
Disculpa
Rosario, cuánto lo lamento Eva, qué lástima Elita.
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